El café "kopi luwak o café de civeta indonesio”. En ciudades importantes de Norteamérica, llega a costar 70 dólares por una taza del mismo. El origen de este café se da en los excrementos de “Gato Civeta”, perteneciente a los mamíferos de la familia de los vivérridos (Viverridae). Es un mamífero de apariencia felina, de procedencia euroasiática. Después que estos roedores hayan ingerido las bayas o cerezas de café, el proceso gastrointestinal del animal es el que crea el mejunje o pócima exclusivo para su inconfundible y elevado sabor. El metabolismo del mamífero disfruta la pulpa de la baya, pero la semilla no puede asimilarla, por consiguiente, la expulsa sobre la tierra y este procedimiento a su vez, sirve para que se reproduzca con más beneficios para su alto sabor característico.
Este café se origina, en los
países: Sumatra, Java, Filipinas, Vietnam y el sur de India, donde tiene
presencia el animal.
Lamentable y decepcionantemente el
sabor especial de este café y su alto rendimiento, de más de 500 dólares por
kilo, se da a costa de la crueldad que ejerce el humano en estos mamíferos. Las
civetas son arrebatadas de su hábitat para la cautividad. Son aprisionadas en
lugares muy reducidos, jaulas en las que escasamente pueden
moverse, para comer obligatoria y desmedidamente las
bayas o cerezas de café. Lo que comerían en muchos meses de forma
natural y ocasional, deben consumirlo en un mes y sin derecho a nutrirse de
ningún otro alimento; por consiguiente, el debilitamiento del
organismo por una nutrición insuficiente e inadecuada, se hace evidente
quedando propensos a más enfermedades y, sumado también la pérdida del pelaje,
el encierro, y el ser privados de compartir con miembros de su misma
especie. Este compendio de transgresiones salvajes e insensibles,
arrojan como resultado contra los felinos, la desestabilización emocional,
presentando síntomas de desespero, lo que muestran de forma continua e
invariable, dando vueltas dentro de la jaula, como ¡PIDIENDO
AUXILIO!, para poder quedar libres.
Prácticamente en la mayoría de
familias indonesias se originan estas brutalidades contra los
indefensos animales, ya que cada una puede llegar a hacinar entre veinte y
veinticinco civetas, para la producción de este famoso, costoso y, sacrificante café.
En Suramérica se hace exactamente
el mismo procedimiento con otros roedores llamados Coatíes, del género
denominado Nasua. Su hábitat se encuentra en América Central y América del
Sur, aunque no sé por qué razón, los que se crían en América del Sur
son más pequeños. Son omnívoros. La taza de este café
orgánico puede llegar a costar entre 80 y 83 dólares y 100 gramos, cuesta 140
dólares en Nueva York; en Europa, el kilo, puede llegar a costar
1.400 dólares. Este café se fabrica en la Provincia de Chanchamayo,
en el departamento Junín, del Perú.
La diferencia que hay entre las
Civetas y los Coatíes, es que las civetas, producen el café “Kopi
Luwak”, también orgánico pero sacrificando a este animalito, tienen una vida
peor que la de los perros abandonados en las calles. Al menos los
perros son libres, pero las civetas, no lo son, están pagando cadena perpetua
sin haber cometido ningún delito y son condenados a muerte, pues tampoco tienen
asistencia veterinaria, se les ve la piel herida, con llagas y al no ser
tratadas a tiempo, pueden llegar a infectarse gravemente hasta morir; unido
esto a otras deficiencias en la salud de estos felinos menoscabados que mucho
le sirven al hombre, pero tristemente NO son cuidados, apenas son utilizados,
los crían y a la edad adulta los explotan únicamente para fines comerciales,
exprimen hasta el último de sus esfuerzos y al debilitarse llegan a
morir.
Estos humanos que los tienen secuestrados, son peores que las más feroces
bestias existentes en el planeta. Tienen cerebro y corazón pero
congelados.
Los Coatíes, que producen el café
“Misha”, todo indica que son bien tratados, son muy consentidos por sus dueños,
además les alegra la vida a los humanos, porque son muy simpáticos y
juguetones, tienen asistencia veterinaria cada vez que lo
requieran. No los tienen encarcelados, sino correteando por mucho
campo natural. En este sentido los empresarios peruanos de este café, son muy
agradecidos con estos encantadores animalitos, porque gracias a ellos, pueden
producir el café orgánico más costoso del mundo, lo que les representa mucho
dinero, debido también a la exportación a países de Centro América y
Europa. Inclusive el “Misha” supera en precio al “Kopi Luwak”.
Yo, personalmente, prefiero seguir
consumiendo el exquisito café tradicional elaborado en mi país,
Colombia. El que se cultiva, se siembra, se despulpa, se fermenta,
se lava, se seca, se trilla y finalmente se tuesta.
Con respecto a las civetas y los
coatíes, no los alejaría de su hábitat y si lo hiciera, tendría que dejarlos en
una finca grandiosa donde tuvieran mucho espacio para corretear de un lugar a
otro y donde estuvieran muy bien alimentados y asistidos.
Siento REPUDIO por todos aquellos,
humanos sin excepción alguna, que maltratan en diversas formas a los animales,
que son criaturas inferiores al servicio del hombre. No debo
cuestionar los designios de Dios, solamente pienso que El Creador del Universo,
debió habernos hecho con naturaleza vegetariana o mejor aún, veganos, para no
sacrificar a ningún animal; de todas maneras en cada sacrificio y en esta carne
ya sin vida, queda plasmado el miedo, el espanto, el horror, la crueldad y
esto, es lo que espiritualmente entra a nuestro cuerpo cuando consumimos carne
de la clase que sea.
Las frutas y los vegetales son más
benéficos para la salud. De hecho, cuando a alguien se le
diagnóstica, por ejemplo, cáncer, la primera recomendación del médico
especialista es que debe suprimir totalmente las carnes y únicamente se
alimente de frutas, verduras y vegetales. Con esta dieta muchas han sido las
personas que han logrado vencer al cáncer y hoy en día viven para comunicar su
testimonio de victoria sobre esta enfermedad.
Rita Daisy Moyano Chaves(Vanina)
Interesante publicación
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