En todo libro que se lee, sin excepción alguna, hay
aspectos en los que no estamos de acuerdo y en otros sí. En el Best Seller
“Trilogía Conversaciones con Dios” (en el que supuestamente el escritor habla
con Dios) –Tomo 1 del autor Neale Donald Walsch, encontré muchos temas
interesantes acerca del Amor de Dios, consignados textualmente en algunos
apartes:
“El amor perfecto consiste en percibir lo perfecto
que es el color blanco. Muchos piensan que el blanco es la ausencia de color.
No es así. Es la inclusión de todos los colores. El blanco es todos los demás
colores que existen combinados”.
“Del mismo modo, el amor no es la ausencia de toda
emoción (odio, cólera, lujuria, envidia, codicia), sino la suma de todo
sentimiento. Es la suma total. El total combinado. El todo”.
“Así para que el alma pueda experimentar el amor
perfecto, debe experimentar todos los sentimientos humanos”.
“¿Cómo puedo tener compasión de algo
que no entiendo?
¿Cómo puedo perdonar en otro lo
que nunca he experimentado en mi mismo? Con ello puedes ver tanto la
simplicidad como la imponente magnitud del viaje del alma”.
“¿Cómo puede estar arriba, si nunca ha estado
abajo?
¿Cómo puede estar a la izquierda, si
nunca ha estado a la derecha?
¿Cómo puede tener calor, si no conoce
el frio?, ¿Cómo puede conocer el bien, si niega el mal?”
“Para experimentar la grandeza, el alma debe saber
qué es la grandeza. Y no puede hacerlo si no hay nada más que grandeza. Así el
alma se da cuenta de que la grandeza únicamente existe en el espacio de aquello
que no es grandioso. En consecuencia, no condena nunca aquello que no es grandioso,
sino que lo bendice, viendo en ello una parte de sí misma que debe existir para
que la otra parte de sí misma se manifieste”.
“La tarea
del alma, por supuesto, consiste en hacer que escojáis la grandeza -que
seleccionéis lo mejor de Quienes Sois-, sin condenar aquello que no
seleccionáis”.
De
acuerdo a lo que expresa el autor, tengo la convicción que todo ser humano
está condicionado a lo imperfecto para llegar a lo perfecto, a la turbulencia
de la vida para llegar a la sedación del alma. Quienes hemos sufrido y odiado
con intensidad, hemos aprendido también a amar con vehemencia, con la
magnanimidad del universo.
Con
respecto a lo que afirma el autor en el último párrafo consignado aquí: “En
consecuencia, no condena nunca aquello que no es grandioso, sino que lo
bendice, viendo en ello una parte de sí misma que debe existir para que la otra
parte de sí misma se manifieste”.
Estoy
absolutamente de acuerdo. Cuando el alma permanece padeciendo es porque alguna
bacteria mortal del dolor o frustración le suscitó una enfermedad grave,
llegando en muchos casos a un estado de letargo y alterando también la salud
física.
En este
estado la vida en general da un giro de 180º y también afecta a los más
cercanos del paciente. Mientras el alma vive en este proceso, aunque advierta
que difícilmente saldrá de este estado y aparente ser contradictorio,
certeramente se está superando a través de la aflicción y los fracasos.
De no ser así, el alma vivirá retenida y no saldrá de sus estudios primarios, tampoco
avanzará a los secundarios que la llevarán finalmente, a la universidad para
obtener el grado en “Procesos Aprobados Y Superados con Excelencia”. De aquí en
adelante podrá hacer todos los postgrados que quiera, sin que nada se lo impida
aquí en la tierra.
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